Por: Mónica Andrade Pardo
La Vida es un Viaje hacia adentro de nosotros mismos, pero hay tantas distracciones allá afuera, que resulta sorprendentemente fácil que perdamos el rumbo...
Caemos una y otra vez en la ilusión de ser alguien, y ni siquiera imaginamos que en el fondo, nuestra verdadera Naturaleza está en no ser nadie en particular.
No se trata de ir a ningún lado, de tener o poseer nada, ni de que seamos vistos o reconocidos de tal o cual manera...
Se trata de qué tan capaces somos de recibir La Vida tal cual es, momento a momento, paso a paso...
Rindiéndonos al proceso de vivirla tal y como se nos presenta a cada instante;
en vez de querer tenerla resuelta... Pues hemos entendido que en el fondo no hay nada que resolver...
La Vida no se ajusta a nuestros términos y rara vez satisface nuestros deseos,
al contrario, no deja de sorprendernos de formas que jamás esperamos ni imaginamos.
Qué tanto aceptamos eso (lo que sea) que ella pone en nuestro camino, permitiéndole que sea nuestra guía, y confiando en que el Universo siempre sabe mejor que nosotros qué es eso que tanto necesitamos, es esto lo que determina si estamos realmente presentes, realmente viviendo, o no, cada día...
Aprender a recibir la Vida con los brazos abiertos,
en vez de exigirle que se ajuste a nuestros propios términos...
Dejar ir la necesidad de saberlo y entenderlo todo,
porque en el fondo no hay nada que entender...
La Vida será siempre un misterio y un regalo del universo,
así como también es un regalo todo eso que viene a nuestro encuentro y que enfrentamos en nuestro caminar, porque todo tiene su razón de ser, aunque no esté en nuestro lugar comprenderlo.
Y así aprendemos, el Arte de Vivir...
© MÓNICA ANDRADE P. 2022
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